Agustín Rivera
Era un artista pleno, con múltiples talentos y cualidades, que dedicó su vida a la tierra que le vio nacer. Agustín Rivera Ugalde nació en la ciudad de Santiago de Querétaro el 28 de agosto de 1923; fue hijo del matrimonio de María Luisa Ugalde y Demetrio Rivera Naranjo, gran ebanista.
A partir de 1937 tuvo la fortuna de iniciar sus estudios de arte en el Museo Regional, con el maestro Salvador Galván y el fundador del museo, don Germán Patiño, gran gestor cultural. Este espacio artístico tenía apenas un año de haber sido creado por el maestro Patiño.
En 1938, fue uno de los fundadores del Círculo Queretano de Artes Plásticas y del Club Fotográfico de Querétaro. A los dieciséis años, comenzó a trabajar en el taller de su padre, aprendiendo el oficio de trabajar la madera mediante el diseño, corte, talla, pulido y barnizado hasta crear muebles y esculturas de primer nivel.
En la Ciudad de México, se presentó a la Academia de San Carlos, donde se reconocieron sus habilidades como artista, por lo cual le dispensaron los primeros años y le inscribieron en los cursos superiores. Entre 1947 y 1949, en esa centenaria institución estudió dibujo, pintura, grabado, historia del arte e idiomas. Fue discípulo de Diego Rivera, Francisco Goitia, Benjamín Coria y Luis Sahagún Cortés, quien dirigió la academia.
A su regreso a su ciudad natal, en 1950 fundó la Escuela de Artes Plásticas de Querétaro. A partir de 1952, fue profesor en el Instituto de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro, donde impartió clases durante 33 años; tuvo el privilegio de dirigir su escuela durante seis años. Algunas de sus materias: pintura, talla en madera y modelado inicial. Como fotógrafo, recibió reconocimientos como el primer lugar en el Salón de Fotografía Nacional, otorgado en 1962 en Xalapa, Veracruz.
El 31 de marzo de 1963, se casó con Evelia Romero Becerra; este matrimonio tuvo cinco hijos: Agustín, Gloria, Angélica, Adriana y Erika.
Durante muchos años, cosechó premios relacionados con su fotografía; en 1971, se le otorgó el Trofeo Presidencial, por su acervo titulado “Querétaro colonial”.
Excepcional pintor de acuarelas, participó en exposiciones y respondió a convocatorias de instituciones oficiales, ganando el respeto, la admiración y los premios que se entregan a los grandes de la plástica.
La UAQ, que albergó su trabajo académico, como artista y directivo, le entregó en 1972 el Diploma al Mérito, al cumplir veinte años como docente, en la formación de la juventud.
Era un hombre de semblante serio, que proyectaba una imagen de solemnidad y al mismo tiempo era amable. Sencillo en su trato, tenía en la mente proyectos y diseños; en 1984, creó su única obra en metal, el Monumento a la Autonomía, una escultura que representa a dos jóvenes desnudos, con los brazos levantados hacia el cenit del firmamento y los pies colocados sobre el mundo; está ubicada en el Centro Universitario del Cerro de las Campanas.
Dedicó sus afanes a la remodelación del edificio central de la hoy Facultad de Artes, en la esquina de Pino Suárez y Juárez, en el Centro Histórico. También creó todo el trabajo de madera del auditorio Esperanza Cabrera, en el mismo inmueble.
Participó en la creación del organismo Tradición y Cultura, A.C. Su participación activa en el cuidado, preservación y remodelación de edificios icónicos de la ciudad, lo llevó a la remodelación del Panteón y Recinto de Honor de Personas Ilustres, en la calle Ejército Republicano.
Murió en su amada ciudad el 14 de septiembre de 1989, habiendo sembrado semillas de talento, inspiración y belleza en cientos de estudiantes, vecinos, amigos y personas que tuvimos el honor de conocerlo. Sus restos se encuentran en el Panteón y Recinto de Honor, donde el maestro Rivera tuvo el placer de contribuir a su dignificación.