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Damas y Caballeros

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Luis Ugalde Monroy: sacerdote, fundador del cooperativismo

Qué maravilla, tener la oportunidad de conocer a personas como don Luis Ugalde, quien fuera
vecino de mis padres por muchos años. La vida me regaló el privilegio de tratarlo y de grabar en
2022 una entrevista de televisión para RTQ, la estación cultural y educativa del estado.
Vivió 99 años, casi un siglo, de manera que fue testigo de cambios profundos en la tecnología,
la vida social, la historia contemporánea y las maneras de pensar en el mundo que habitó.
Nació el 22 de septiembre de 1925 en una casa de la calle que hoy se llama 15 de Mayo, cerca
de la Ribera del Río, hoy Avenida Universidad, frente a un establo de la familia Niembro en el
cual había ganado lechero y se vendía leche bronca.

Desde niño, se distinguió por su interés en los estudios y un amor profundo por la patria;
ingresó al Seminario Conciliar Santa María de Guadalupe de Querétaro; se ordenó como
sacerdote el 22 de diciembre de 1951, a los 26 años de edad. Desde el inicio de su ministerio,
tuvo como propósito influir en los cambios sociales que permitieran un desarrollo económico
basado en la justicia. Sus homilías eran valientes, al tratar de generar una visión de futuro en
sus fieles; en sus conversaciones con los jerarcas eclesiásticos también buscaba trasmitir sus
convicciones de que México merecía ser dirigido por curas comprometidos con los más altos
ideales.


Estas inquietudes le llevaron a investigar los sistemas de ahorro y préstamo que ofrecieran
mejores rendimientos; enemigo de la usura y el agiotismo, fue fundador del cooperativismo en
el estado de Querétaro. Con valentía, alzó la voz para exhibir a personas que se dedicaban a la
usura, abusando de quienes requerían un préstamo para solucionar problemas urgentes.
Como sacerdote, fue nombrado párroco de Tequisquiapan, por lo que en 1956 apoyó la
fundación de la primera caja popular de ese municipio, Caja Santa María de Guadalupe, de la
que fue el socio número 1. En todo momento, buscaba cumplir con los principios de la encíclica
Rerum Novarum, del Papa León XIII, la primera encíclica social de la Iglesia Católica, publicada
en 1891. El pontífice dejaba en ese documento claro su apoyo al derecho de los trabajadores a
formar uniones o sindicatos, así como organismos de ahorro.

El joven sacerdote Ugalde convocó al pueblo: amas de casa, peregrinos, artesanos y
campesinos, para que se convirtieran en socios de la caja, con el lema: “Una Iglesia
comprometida con su pueblo”. En 1964 y 1965, estudió en Alemania con el fin de profundizar
en su conocimiento del cooperativismo. A su regreso, hasta 1975, se dedicó con intensidad a
promover la creación de cooperativas de consumo y producción, con la intención de formar una
federación. Su propósito era que las cajas populares sirvieran como el principal órgano
financiero del país.

Declaró: “Lo que quiero probar es que el cooperativismo es la manifestación humana que rige
el universo, y esa ley se llama Dios. La sociedad requiere que haya libertad y conciencia, que
cada ciudadano sea capaz de ejercer sus derechos como persona humana”.

Don Luis siguió gestionando la fundación de cajas populares y denunciando a personas
dedicadas al agiotismo, tanto a sacerdotes de alta jerarquía como a funcionarios públicos o
empresarios adinerados. Se enfrentó con la curia, hasta que el 17 de mayo de 1975 él y otros
sacerdotes recibieron la prohibición de continuar con su ministerio por parte del obispo Alfonso
Toriz Cobián. Don Luis declararía en entrevista que fue el sistema económico y político lo que
provocó su expulsión del clero: “El sistema capitalista tuvo miedo y por eso me corrieron”.
Por tanto, se dedicó a la docencia en la Facultad de Contaduría y Administración de la
Universidad Autónoma de Querétaro, que años después impuso su nombre a una de sus aulas.
El 25 de agosto de 2022 en esta institución se le rindió un homenaje.

Pues bien: tiempo atrás, en un evento llamado Ultreya, para fieles de la Iglesia Católica, una
monja llamada María Esther Durán Ortega escuchó la voz de don Luis, desde la cocina del lugar
sede del encuentro, y se sintió atraída por la voz del valiente sacerdote, cuyo mensaje la
convenció. Ella también pasaba por un momento de crisis y salió del convento.
Don Luis y doña Esther contrajeron matrimonio eclesiástico. Fueron compañeros de lucha,
viajaron y vivieron en feliz armonía hasta que ella murió, a los 93 años de edad, en 2019. Mujer
de inteligencia fecunda, dejó tres libros de su autoría: Muchacha de rancho, Rompiendo el
silencio, y Desde Lomas de Casa Blanca.

Por su parte, don Luis fue un escritor de pródiga pluma; nos legó miles de columnas publicadas
en los periódicos Diario de Querétaro y Noticias. Publicó cinco títulos: Quiénes somos y qué
somos las cajas populares en México (1992), Cooperativismo, dimensión cósmica – visión
indígena (1992), Objetivos de las cajas populares (1994), Don Gonzalo Vega Rubio, a 100 años
de su natalicio (2007), y El desarrollo del cooperativismo en Querétaro (2007), que seguía
revisando para una nueva edición días antes de su fallecimiento.

También condujo el programa de radio “Una hora en la vida del pueblo”, para dar a conocer sus
conceptos sobre la justicia social y las instituciones financieras de ahorro.

Al quedar viudo, don Luis se acercó a la Diócesis; tuvo oportunidad de hablar con el obispo
Fidencio López Plaza, quien había sido su alumno en el Seminario Conciliar muchos años atrás.
Así fue que el 4 de febrero de 2022 recibió una nota del canciller diocesano, Israel Arvizu
Espino, donde se le comunicaba que había sido aceptado nuevamente como sacerdote, esta
vez como responsable diocesano de la Pastoral del Cuidado Integral de la Creación, adscrito a la
parroquia del Sagrado Corazón (templo de Santa Clara). En una ceremonia realizada en la
Basílica de la Virgen de los Dolores de Soriano, a sus 96 años de edad, con multitud de fieles,
fue rehabilitado como sacerdote, gracias a las gestiones del obispo Fidencio ante el Vaticano.

El 4 de enero de 2025, el alma de Luis Ugalde Monroy se desprendió de su cuerpo mortal. La
Catedral de la diócesis queretana fue la sede para sus exequias. El obispo Fidencio, su antiguo
alumno, habló de su incansable labor pastoral, su defensa de la fe, su participación en la
creación de cooperativas de ahorro y crédito para lograr el equilibrio económico de la
población más necesitada.

Don Luis contribuyó a consolidar cientos de cajas populares en México, y sus libros viajaron a
otros países para llevar su mensaje.

Haberlo conocido fue un honor y un privilegio.

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