Mayra Alejandra Dávila es una activista que ha luchado por la seguridad de las mujeres en el ámbito de las redes sociales, es una de las impulsoras de la Ley Olimpia en el estado de Querétaro, y una gran oradora en el reclamo social y las causas justas.
En esta ocasión, Punto Bajío se acercó a ella para conocer más de su historia y las experiencias que ha tenido en la vida.
Crianza y crecimiento
Mayra Dávila nació en Jalpan de Serra en 1991, siendo la primera hija de dos padres jóvenes y primerizos, Juana Alvarado y Alfonso Dávila, quienes no pudieron cuidarla, por lo que su abuelita, doña María Nicanor Acuña, se encargó de su crianza hasta sus 13 años.
Durante su niñez convivió mucho con sus dos tíos más jóvenes, jugaba con los niños que vivían en su misma calle, disfrutaba del río de Jalpan y pocas veces le prestó atención a la tv; académicamente, tuvo buenas calificaciones, maestras que la alentaban a seguir con sus estudios y participaba en varias actividades extracurriculares.
Cuando tenía ocho años, el profesor José Martín García Granados se acercó a ella para ofrecerle un poema para recitar el 12 de diciembre (cabe decir que doña María era una mujer muy católica y había criado a Mayra del mismo modo). Con esa experiencia, iniciaría una tradición, que duró 11 años, de recitarle a la Virgen un poema cada año en su día; además encontró un muy paciente mentor en el profesor Martín, quien fue un gran apoyo en sus años como declamadora, y fue parte de su inspiración como oradora. Fue así que Mayra Alejandra Dávila descubrió su gustó por estar frente al público y de hablarles con un mensaje.
Entrando a etapas difíciles, no sólo la adolescencia
En secundaria fue a certámenes de oratoria, en algunos representó al estado, seguía teniendo buenas calificaciones y varias actividades, incluso fue aspirante a dirección de la sociedad de alumnos de su secundaria.
Sin embargo, le diagnosticaron cáncer a doña María Nicanor, por lo que ambas se mudaron con sus padres, para brindarle un mejor cuidado (sus tíos se habían mudado a Estados Unidos), y tener la oportunidad de conectarse con ellos, algo que no pudo suceder. La relación con sus padres y sus dos hermanas menores fue tensa, porque Mayra luchaba contra la idea de que su amada abuela padeciera tan terrible enfermedad, siendo tan buena persona; y porque sus padres y hermanas habían creado costumbres y dinámicas familiares distintas a las de ella, por lo que terminaban chocando y teniendo roces que no pudieron resolver en los años subsiguientes.
En 2002, doña María Nicanor falleció, después de luchar año y medio contra el cáncer. Fue un momento de quiebre emocional y de depresión en la vida de Mayra Dávila, que impactó también en su vida académica, pues el último bimestre del ciclo escolar se deslindó de todas las clases y deberes.
Situación que no mejoró cuando entró a la preparatoria, su estado emocional y familiar se juntaron para hacerla sentir que no encajaba con sus padres y hermanas. Con todo lo que pasaba y la soledad que sentía, estuvo a punto de irse a Estados Unidos con sus tíos para sentir su apoyo en esos momentos difíciles; pero su madrina Raquel (a quien hoy considera una segunda familia) le tendió una mano, le ofreció su ayuda y su casa para que continuara sus estudios en Jalpan.
Porque siguió sus estudios en el municipio, en la preparatoria conoció a grandes amistades, entre ellas está Giovanni Guzmán, a quién llama uno de los grandes culpables por su afición hacia el rap y la cultura hip hop (ha convivido con muchos colectivos rap, conoció a la mayoría de sus artistas favoritos y ha podido platicar con algunos de ellos). De alguna manera, eso le ayudó a desprenderse de la niña sumisa de coro y tan propia de palabra que era, ayudándole a fortalecerse y ser más ruda -en palabras suyas- para enfrentar lo que la vida le pusiera por delante.
Con lo que vivió en esa época, y el apoyo que recibió, no sólo de la maestra Raquel, sino también de otras mujeres, conoció el tema de la sororidad. «Entendí que solamente entre nosotras éramos más empáticas con los problemas o dificultades que nosotras vivimos«, y lo dice porque no recuerda a ningún hombre dándole un apoyo tan grande en esa etapa de su vida. Por ejemplo, hubo una amiga que la ayudó a encontrar empleo en Coordinación de Cultura, como instructora de teatro; una pequeña pasión que se quedaría con ella, que la llevaría a hacer presentaciones en el Esperanza Cabrera, reafirmando su amor por los escenarios.
Adultez
Terminando la preparatoria, aunque le interesaba estudiar ciencias políticas, entró a estudiar derecho en 2009, porque sus padres no la apoyarían si decidía estudiar fuera del municipio, y las pocas opciones entre las que podía elegir eran: contabilidad, enfermería, derecho o la Normal. Aunque fue una carrera por descarte, hizo grandes amistades en ella, como la Dra. Gabriela Nieto, con quien inició la Asociación de Oratoria de la Universidad, aunque no prosperó con los años.
En ese tiempo siguió yendo a concursos de oratoria, tuvo la oportunidad de trabajar con Pepe Calzada, se embarazó y tuvo que conciliar varias etapas de su vida con el trabajo para ser madre autónoma (su hija nació en 2011), razones por las que no terminó sus trámites de titulación.
Llegó a su vida otro momento complicado cuando, en una ocasión que salió por un concurso, en 2014, el padre de su hija se la llevó para dejarla con los padres de Mayra, quienes ya no dejaron que la viera ni se la llevara. Aunque puso la demanda correspondiente, no hubo acción por parte de fiscalía, aunado a que el padre de la niña le había otorgado a Juana Alvarado un poder notarial, promoviendo la pérdida de patria potestad de Mayra sobre su pequeña, que nunca se hizo oficial a falta de juicio.
Mayra Alejandra Dávila se vio separada de su hija por cinco años.
Ley Olimpia
En 2013, Mayra Dávila fue a un curso de oratoria en Comitán, Chiapas. Era un evento importante, en el que estaba orgullosa de representar a Querétaro, porque tenía la oportunidad de ser la primera mujer en ganarlo por primera vez en 30 años.
En esos mismos días, la persona con la que había roto su relación un mes antes creó un perfil de Facebook con el nombre y una foto de ella, en la que se mostraban sus pechos. Ese perfil lo compartió con todos los conocidos y amistades de Mayra Dávila, incluyendo participantes y jueces del concurso. La noche antes de la final, en plena madrugada varios amigos se comunicaron con ella para saber lo que estaba pasando, pero Mayra no tenía conocimiento de nada y quedó completamente desconcertada. Después de horas angustiosas pudieron tirar el perfil, pero éste ya había pasado a muchas redes sociales que lo seguían compartiendo; con la angustia y la vergüenza, decidió ya no presentarse a la final.
Ese perfil la obligó a mantenerse fuera de la vista y de la opinión pública por meses, y se mudó a Querétaro para no ser el foco de atención en su natal Jalpan. En diciembre del mismo año, José Luis Gallegos la contactó con Olimpia Coral, quien había pasado por una situación similar, para que la ayudara a salir adelante y entender que había sido víctima de una violencia que aún no era reconocida como tal, pero era común. De este modo, iniciaron un programa que se llamó ‘Oradoras contra la violencia’, que después pasaría a ser ‘Mujeres contra la violencia de género’, y empezó su lucha para que se reconociera ese tipo de actos como un crimen contra la privacidad de una persona, en la que tocaron puertas de diputadas, diputados, y todo aquel dispuesto a escucharlas, pero les tomaría años lograr un cambio.
Mayra Dávila, con el apoyo de mujeres como Olimpia, decidió no rendirse, especialmente al ver cómo llegaban otras chicas que habían pasado por lo mismo. Estando ella en la Facultad de Ciencias Políticas y Ciencias Sociales, ayudó a organizar un foro llamado Violencias que parecen invisibles y se hacen virales, del que germinó la iniciativa de ley que se entregó al diputado Carlos Lázaro Sánchez, quien no pudo hacer mucho en el Congreso al ser minoría. Pero no cesaron las campañas de visibilización, el compartir experiencias y recordar que ellas eran las víctimas de este tipo de violencia y no las culpables ni incitadoras.
Mayra trabajó en el protocolo que se tiene en la UAQ contra la violencia de género, que incluyó la modalidad virtual de acoso y revelación de la intimidad, un precedente para Querétaro. Es decir, la Universidad Autónoma de Querétaro había reconocido como un acto punible el acoso virtual y el revelar la intimidad de los individuos, antes de que esto se aprobara y reconociera en el estado como un delito.
En 2017 el PT le entregó la presea Mujer de Corazón por su trabajo con las mujeres y la visibilización que hizo respecto a la Ley Olimpia. Para finales de 2020 la Ley Olimpia está por ser una realidad en toda la República.
2016 al presente
En 2016 presentó oficialmente su renuncia al Partido Revolucionario Institucional (al que se había unido en tiempos de Pepe Calzada), debido a temas internos con los que no estaba de acuerdo. En ese momento, Luis Reyes la invitó a participar con Morena, pero no aceptó, pues estaba decidida a dedicarse a su carrera.
Igualmente, en ese mismo año, Mayra vuelve a la universidad, esta vez en la Licenciatura en Ciencias políticas y sociales, donde conoció tutores comprometidos, personas increíbles y oportunidades inigualables. De hecho, el Dr. Gilberto Herrera la invitó a unirse a su equipo de trabajo cuando se propone como candidato para el Senado. Desde ese momento se acerca a Morena, un equipo de personas con las que hizo buena sinergia de trabajo y descubrió coincidencias en muchos de sus ideales. Para Mayra Dávila, Morena ha sido un partido sido plural, incluyente y ameno.
Es en esta etapa universitaria en la que tuvo experiencias gratificantes como: dirigir la Asociación Nacional de Estudiantes de Ciencias Políticas y Administración Pública; participó en diversos eventos y foros a nivel nacional; estuvo presente en varias manifestaciones feministas, y también aquellas en las que se luchaba por la UAQ; fundó el taller de oratoria Sara Pérez Romero en la FCPyS, que va a ser un grupo representativo de la universidad; y pudo hablar en nombre de la comunidad universitaria en una conmemoración por los estudiantes de Ayotzinapa. Gracias a todas esas oportunidades, se forjó una firme identidad como feminista y luchadora por las causas justas para la sociedad; y le mostraron que los universitarios tienen mucho que decir, aportar y defender.
Entre todas esas actividades, siguió participando en concursos de oratoria, conoció amigos y acompañantes de vida, como Carlos Camargo y Jorge Luis García, y a su mejor amigo y cómplice Rubén Palma. Además, tuvo y tiene la fortuna de trabajar con la doctora Tere García Garza, a quien describe como una mujer muy sorora, empática, que siempre tiende una mano y es muy buena amiga.
En un vuelco amargo, Juana Alvarado y Alfonso Dávila fallecieron en circunstancias difíciles en 2019, lo que impactó mucho en la vida de su hija, debido a todo lo que sus muertes representaban; pero ese triste giro le permitió tener a su hija entre sus brazos nuevamente.
El presente
Pese a todas las cosas que le han pasado en la vida, para Mayra Dávila su presente es muy bueno, pues considera que está en el mejor momento de su vida y en completa plenitud, pues tiene trabajo, varias actividades que le encantan, se siente respaldada por su universidad, sus amigas y amigos, y tiene a su hija a su lado para amarla y compensar el tiempo perdido.
Aunque ha tenido la oportunidad de crecer mucho en lo profesional, cree que le falta mucho por hacer, pues tiene todas las ganas e intención de abanderar las causas más justas en el Congreso Local, porque es en los espacios de toma de decisiones que las y los universitarios, las y los activistas pueden incidir en políticas públicas y en programas que beneficien a quienes menos tienen. «Para mí no tiene sentido saber hablar bonito si no es por una causa justa«.
Éste es su presente, disfrutar de lo hace, de lo que le ofrece la vida, escuchar a las personas en lo que necesitan y trabajar para garantizar que esas causas justas se oigan en los espacios de toma de decisiones.