Si nosotros comprendemos el camino de lo que llamamos enfermedad, viviríamos en unos cuerpos sanos.
El cuerpo físico es receptor de nuestras emociones y pensamientos, que es de donde vienen la desarmonía o síntoma. Y en la homeopatía no existe la enfermedad con un nombre, existe un ser con pensamientos negativos, preocupaciones y estrés, los que generan síntomas en el cuerpo físico. Con el regalo que nos dio el Dr. Bach, que llamó a su obra, ‘las flores que curan el alma’, es más fácil entender lo que llamamos enfermedad.
El Dr. Bach dice que la enfermedad nunca empieza en el cuerpo físico, sino que esta se desarrolla en el cuerpo espiritual que llamamos alma. Y si nosotros mandamos medicina al alma, la enfermedad nunca se va a manifestar en el cuerpo físico. Con estas virtudes curativas que tiene la homeopatía y las flores de Bach, es fácil sanar desde el corazón.
La mujer ha sido sanadora desde el comienzo de la humanidad, como cocreadora de vida ha sabido pronunciar palabras que curan, entonar cantos mágicos ,visualizar y utilizar las plantas para sanar. Y, aunque durante la edad media las mujeres fueron excluidas de los ámbitos de la medicina, y su sabiduría Sanadora se fue perdiendo, ahora vuelven a manifestarse para ocupar el lugar que les corresponde.
El doctor Edward Back nace en 1886 en Inglaterra, estudió medicina en la Universidad de Birmingham, permaneció en Londres muchos años investigando obstinadamente en hospitales y laboratorios cómo aliviar el sufrimiento humano. Y es así como llega a comprobar que el tratamiento para las personas que sufren la misma enfermedad no es igual para todos, y que había algo más que la enfermedad orgánica, esto es: las características individuales y la personalidad del enfermo, cada vez más más frustrado por los resultados que obtenía con los tratamientos de la medicina ortodoxa, que incursiona en la inmunología, la bacteriología y la homeopatía.
Es tiempo en el que estalla la Primera Guerra Mundial, y es tanto el sufrimiento que ve, que decide abandonar la medicina tradicional e irse. Se va a Gales, de donde eran sus padres y abuelos, ahí le detectaron un tumor maligno y los médicos le pronostican tres meses de vida . Esto lo hace reunir fuerzas para sumergirse en la investigación.
Su mente está ocupada en su trabajo y en poco tiempo se recupera totalmente, para asombro de sus médicos. Regresa a Londres a trabajar en el London Homeopáthic Hospital, y empieza aplicar el principio homeopático, de que lo similar cura a los similares, por ejemplo, si te pica una abeja, en homeopatía, el antídoto es Apis, que es el veneno de abeja.
Este punto en que se une el pensamiento de Bach y Hahnemann, fue el creador de la homeopatía. Hahnemann nos dice que la vida se aplica por la existencia de un principio fundamental llamado fuerza vital. Esta es la que mantiene la conexión total de un ser vivo y es la que provee la salud, ya que salud y unidad son sinónimos.
Por el contrario, la enfermedad es la desunión entre la psique el alma y el cuerpo, y Bach afirma que la enfermedad no es material en su origen. De más está decir que este concepto es opuesto al de la medicina alopática, que sólo actúa sobre el síntoma hasta suprimirlo.
Así que se enfoca otro principio de la homeopatía: curar de dentro hacia fuera, se deben curar la mente y las emociones, y por ende el cuerpo le seguirá. Somos una estructura compuesta de diferentes tipos de energía, que a su vez se relacionan con nuestro entorno, esto nos hace entender que la enfermedad es un desequilibrio entre esos planos energéticos que nos componen y componen el cuerpo físico. Y la terapia floral es una posibilidad para corregir el desequilibrio energético entre la personalidad y el alma.
Las flores de Bach restituyen la energía que falta, modificando el conflicto entre el cuerpo, la mente y el alma. Bach nos dejó el legado de qué las flores están en la naturaleza para ayudarnos a no desviarnos del objetivo de nuestras vidas, regalándonos la posibilidad de vivir con armonía y salud.
Por: Lucia Borja