En estos momentos enfrentamos grandes problemas generales, principalmente una pandemia, violencia y un conflicto económico. Pero además enfrentamos otro tipo de problemas personales y familiares en varios ámbitos.
La adversidad es un fenómeno que tiene la tendencia de debilitarte. Es como un “Canelo” Álvarez, que te da varios golpes para atontarte y después te noquea. Te pone a prueba, hace que tu fe se fortalezca o se deshaga.
La adversidad produce algo que se llama ansiedad, angustia o preocupación. Es eso que te quita el sueño, la paz y el gozo. Es un monstruo que se introduce en tu cabeza y no te deja tranquilo. Es un estado de intranquilidad y tensión frente a cosas reales o imaginarias que percibes como amenazantes y peligrosas.
Todos tenemos nuestros problemas de diversos tipos que nos causan ansiedad, pero si dejas que la ansiedad crezca, te nublará la mente, te robará todos tus recursos mentales y espirituales y te dejará en la lona, noqueado.
No estoy diciendo que no te preocupes ante un problema como si no pasara nada, porque hay una preocupación normal que es una señal de alerta que advierte sobre un peligro inminente y te permite adoptar las medidas necesarias para enfrentarte a una amenaza. Lo que estoy diciendo es que no dejes que esa preocupación crezca y te domine, y eso es lo que generalmente pasa. Y cuando pasa, el costo es muy grande: irritabilidad, insomnio, temor, intranquilidad, estrés, depresión, además de efectos físicos y espirituales negativos.
Cuando esa ansiedad o preocupación empieza a prolongarse y a crecer, te ahoga, te atemoriza, te distorsiona la realidad, te desproporciona el peligro real, te ciega a la solución correcta y te aparta de Dios y de Su respuesta.
¿Qué hacer? En la ilustración de la adversidad con el boxeo, tienes enfrente a un gran campeón, a un noqueador implacable que te quiere herir y destruir. Si tú sales al ring, lo va a lograr. Pero hay otra opción: ponerle en contra a un campeón invencible mucho más poderoso. La buena noticia es que ese campeón invencible está más que dispuesto a pelear por ti, por amor y gratis.
Jesús dijo: Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo. (Juan 16:33)
Jesús sabía de que hablaba. Ciertamente a lo largo de la vida enfrentamos aflicciones de todo tipo, pero también ciertamente con Él podemos hallar paz, ánimo y victoria.
La Biblia dice: Puedo enfrentar cualquier situación porque Cristo me da el poder para hacerlo. (Filipenses 4:13)
¿Te das cuenta? Puedes identificarte o no con este pasaje, pero si te identificas con él, tu fe va a crecer, vas a dejar de enfrentar la adversidad solo y vas a salir adelante.
Necesitas dejar los consejos y soluciones humanas y acudir al que sabe y puede. Dios es real, su poder es real, estará contigo en esta y en todas las aflicciones y te dará la victoria.
La vida está llena de problemas y adversidades, pero la línea de Dios siempre está desocupada para oírte. La Biblia dice: En mi angustia invoqué al SEÑOR; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! (Sal 18:6). Levántate, clama a Dios y serás libre de ansiedad.
Pastor Jorge Cupido
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EL SELLO
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por Jorge Cupido