A lo largo de la vida me he preguntado: ¿A qué edad se empiezan a cosechar los resultados de aciertos o errores cometidos?
A través de lecturas, pláticas, cursos, experiencias y descalabros; ahora puedo resumir en cinco palabra mi opinión: “Todo es cuestión de actitud”. Esta es realmente importante a cualquier edad y ante cualquier situación. Todos, sin importar lugar de nacimiento o religión, hemos experimentado tristeza y alegría, desesperanza e ilusión, salud y enfermedad, amor y desamor. ¿Cómo nos ha marcado?
En lo personal, ante la inseguridad y temor; decido tener fe y confianza en Dios y en mi misma.
Cuando he sentido desesperación, optó porque domine en mi la esperanza.
Me sentiré vieja cuando abandone mis ideales, cuando no goce cada amanecer o puesta de sol, cuando no me alegre al escuchar el canto de un pájaro o la risa de un niño, cuando no me emocione convivir con mis amistades, cuando pierda el gusto por cocinar para la gente que quiero.
Desde mi infancia y en cada etapa de mi vida, que no ha sido muy fácil, la situación más adversa le he analizado hasta entender no el por qué, sino el para qué está sucediendo.
He sido rebelde ante las injusticias y me he unido a todo aquel que esté sufriendo una de ellas.
He aprendido que cada situación que se presenta en la vida, sólo nos ofrece dos actitudes para enfocarla: “Como una oportunidad de dar a los seres que lo necesitan y de crecimiento para nosotros, o bien, como una desgracia que nos agobia y nos lleva a preguntarnos “¿Por qué yo o porqué a mi?”
El ejemplo más reciente, es el de la muerte de mi marido hace varios meses, y quien nunca e preocupó por adquirir un seguro de gastos médicos.
De los 4 hijos que tuvo con su primera esposa, nInguno aceptó cuidarlo algunas horas o días, tampoco sus hermanas. Sabemos que en el IMSS se exige que las 24 horas de cada día, el enfermo grave esté cuidado por un familiar.
Con mi trabajo que exige que vaya constantemente a CDMX, mis obligaciones en casa, mis clases de escritura, también las de filosofía, con sus largas tareas, era agotador y desgastante estar a su cuidado; tanto, que un doctor amigo me decía constantemente: tienes que descansar, muchas veces el que cuida, muere antes que el enfermo.
En especial el caso de mi marido, fue muy difícil, ya que desde que se le internó, tuvo que estar amarrado. Uno de todos los males que lo aquejaban, eran Ataques Psicóticos. Estos provocaban que fuera muy violento y golpeara a quien se le acercaba, ya fuera para hacerle una caricia que le hiciera sentir cariño y apoyo o para alguna curación o prueba médica.
Gracias a Dios mi hijo, ofreció quedarse 12 horas diarias al cuidado de Luis.
Cuando murió, aunado a la tristeza, quedé con una gran tranquilidad. Tuve oportunidad de ayudar.
Sin ser masoquista, sé que quien soy hoy y mi forma de vivir con alegría la vida, se lo debo a los bárbaros castigos y humillaciones que recibí por parte de mis padres. Esto me hizo ser rebelde e incrementó mi convicción de no aceptar ninguna injusticia; ni para conmigo, ni para con ningún otro ser humano.
Tengo la convicción de que la edad la determina la actitud, sin importar la etapa de la vida que se esté viviendo. Para mi es primordial la calidad y no la cantidad.
Cuando permita que me invada el escepticismo y el pesimismo…sabré que mi final está cerca.
g.virginiasm@yahoo.com