Uno de los factores que, a pesar de los castigos y restricciones de mis padres, me ha marcado siempre para gozar cada día y situación, es la complicidad, también llamada apoyo, de mi hermano.
Ese hermano que desde mi infancia me protegió, solapó, y guió.
Ese hermano que inclusive hasta el dia de hoy es mi angel guardián. Ese hermano al que mis padres no asistieron a su boda, unos meses después de la mia, como castigo o represalia porque estuvo presente en mi ceremonia… ¡Fue el único familiar que me acompañó!. Ni los primos con los que durante la infancia gozaba días de campo y juegos como quemados, escondidillas, columpio, uno dos tres por mi. Tampoco aquellos tíos que decían quererme mucho, ni los vecinos de toda la vida, se atrevieron a contradecir la voluntad o imposición de mi padre.
Quien me entregó el día de mi boda , fue el Sr. Burgeff, ingeniero Alemán, de pocas palabras, pero de gran corazón que era mi jefe en Laboratorios Upjohn. —Señorita Sánchez, ¿de verdad sus padres no estarán con usted en una ocasión tan especial?, Ni en Alemania he visto tanta dureza. —Comentó dos meses antes de mi casamiento cuando me encontró llorando en mi oficina. Semanas atrás, ante una taza de café, le había confiado, de forma no muy detallada, la situación por la que estaba atravesando.
“Entiendo que el chico con el que usted se va a casar, no sea del agrado de sus padres, pero no puedo comprender esta reacción”, dijo haciendo con sus brazos una señal de impotencia e incredulidad.
“A pesar de que detesto entrar a cualquier iglesia, le ofrezco acompañarla en lugar de su papá” comentó poniendo su mano en mi hombro. —Cambiando de tema, me duele informarle que anoche otra vez vino su papá y dejó una corbata al vigilante en turno, repitiéndole que no olvidara decirle que no quería tener nada que viniera de usted. —dijo mi jefe. Era una corbata a rayas rojas y azules que, con ilusión, le había regalado el dia del padre y que fue comprada con mi primer sueldo.
Para entonces debía de haber estado acostumbrada a sus desplantes infantiles, ya que cuando no me regresaban la blusa azul cielo que le había logrado comprar a mi madre una navidad, otra vez era el perfume que yo sabia que le gustaba. Una noche lo que regresaron fue el cinturón café claro, el cual años atrás regalé a mi padre y que, por cierto, lo usaba para pegarme si no obedecía una orden absurda. También con este ajusticiaba a mis dos hermanos.
El día 19 de julio de 1969, en la iglesia de Chimalistac, por ser la mas pequeña que encontré, me casé. Durante la ceremonia volteé varias veces esperando ver en alguna de las pocas bancas que había, a mis padres o a mi hermano menor al que quería y quiero doblemente: como mi hermano y como mi hijito. ¡Obviamente cumplieron su amenaza y no llegaron!.
Me conviene pensar que para su forma de ser, dedujeron que si asistían, significaría que aprobaban al hombre que consideraban era el equivocado y que elegí para marido, por cierto…
¡No se equivocaron!
La iglesia estaba llena, pero de los compañeros de trabajo, a los que invité solo para que no se viera vacio el recinto. Mi hermano mayor, con su semblante inundado de cariño hacia mi, no faltó. Creo que nunca podré expresarle todo lo que su presencia significó para mi.
Asi fue como se concretó este sueño que tanto esperé desde niña, solo que en nada se pareció al de mi fantasía. ¿Dónde estaban los muchos autos detrás del carro de los novios y que jalaban latas amarradas a sus defensas para que de esta forma provocaran un fuerte ruido festivo? ¿Dónde quedaron los aplausos para recibirme al llegar? ¿Dónde los puños de arroz que arrojarían al termino de la ceremonia? La realidad fue, que solo llegué yo en el no muy elegante carro negro de la novia, eso si, acompañada de mi adorado hermano que nunca soltó mi mano durante el trayecto.
Este hermano merece un capitulo aparte, con el objeto de poder relatar algunos de los innumerables momentos o situaciones en que no me abandonó y que siempre conté, como hasta ahora, con su apoyo incondicional. El que años atrás provocado por mal trato y demasiadas exigencias, decidió irse de casa de mis padres. El que ya viviendo fuera, al enterarse de un castigo denigrante que quería imponerme mi papá, muy a su pesar, regresó a defenderme.
Por esa manera de ser de mis padres, o mejor dicho, de mi padre, ya que mi madre no tenia ni voz ni voto, ella no asistió a la boda de ninguno de de sus tres hijos.
A la mia, por capricho y orgullo, a la de mi hermano mayor, como castigo porque asistió a la mía y a la del hermano menor, que aquí casi no menciono, pero no por falta de cariño…tampoco.
¡Ella ya había muerto para ese entonces!
La realidad es que mis padres biológicos murieron fisicamente hace muchos años, aunque ayude a cuidarlos durante su enfermedad, afectivamente ya estaban muertos desde tiempo atrás.
El angel o hermano preocupado y ocupado siempre de mi, tengo la bendición de que, a pesar de que vive en otra ciudad, sigue estando siempre juntito a mi.
Regresando al dia de mi casamiento, recuerdo que al llegar al aeropuerto, solamente mi esposo y yo, tampoco aparecieron los mariachis que soñaba tocarían las golondrinas mientras mucha gente querida me abrazaría deseándome buen viaje. Esperando la hora de abordar, tomé una de las mas valiosas determinaciones de mi vida. Había terminado una etapa o nivel de mi existencia y a partir de ese 19 de Julio, mi presente y futuro, solo serla responsabilidad mia.
Decidí, como hasta la fecha, ser feliz sin importar las circunstancias. Siempre estar agradecida por lo que SÍ tenia y jamás permitir que tuviera mas peso lo que NO tenia. Que cada siguiente nivel de mi vida, sería una nueva versión de mi misma. Comprendí que todo lo que sucede es por algo y para algo.
Desde entonces, a pesar de los problemas y tropiezos, disfruto todo, absolutamente todo. La naturaleza, la comida, los viajes, los estudios, la lectura, la música, los amigos, la familia, la lluvia, el calor, la ayuda que puedo brindar a los demás, la copa de tequila acompañada de un caballito de rica sangrita que preparo, el canto de los pájaros, el aroma de la ropa recién lavada, la autenticidad y alegría de los niños, el aroma del mole de olla que cocino, el ruido de los aviones, las reuniones, la poesía, el tictac del reloj en la cabecera de mi cama y aquí me detengo, o no terminaría de mencionar todos los motivos de mi felicidad.
EL OBJETIVO DE MI VIDA ES MORIR JOVEN, LO MAS TARDE POSIBLE.
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