Adriano, el presidente de Ciudad Arco Iris, explicó a los viajeros que, al encontrar un planeta con tan pródiga naturaleza, el comité votó por la fundación de una ciudad.
─Desde aquí seleccionamos y apoyamos los proyectos que beneficiarán a los habitantes de los planetas que visitamos. Nos preocupa lo que actualmente sucede en el planeta Tierra ─dijo el presidente.
─Queremos apoyar a los habitantes de este lugar, donde la ciencia, tecnología y relaciones humanas son primitivas. A los terrestres que han visitado Ciudad Arco Iris, se les ha proporcionado las soluciones a las grandes calamidades que existen. El problema es que no han sido escuchados. Algunos han muerto en el intento. ─Los gobiernos y gente poderosa prefieren la riqueza y, el poder, al bienestar de la humanidad.
Adriano dijo que, los que capacitaban en Ciudad Arco Iris tenían las habilidades requeridas para la misión que se les encomendara. Les informó que al regresar a su planeta de origen, tendrían un chip integrado a un maletín, donde llevarían los conocimientos recabados en los viajes por el universo.
El presidente, observando el interés de los niños dijo.
─ Deseo tengan éxito en su misión, ¡ahora a disfrutar la ciudad! Recuerden que, por su grandeza de espíritu tienen la oportunidad de conocerla, carguen su transporte es muy ligero, cualquier duda que tengan, en él encontrarán la información.
─Que la sabiduría y el amor los acompañe.
Al salir del gran salón, Sofía recibió mentalmente un mensaje para dirigirse a las colinas.
─Las indicaciones son para los niños, nos estamos reuniendo en el mismo lugar, es muy bello y extraño ─pensaba Sofía.
Los niños tenían diferentes edades, al traducirlas en años terrestres, el más pequeño tenía seis años y el más grande doce.
─Nos estamos elevando, las nubes son hermosas, de tonalidades diversas. Estoy dentro de una de color violeta ─Sofía estaba fascinaba de lo que veía.
A los niños les informaron que habían llegado al lugar de los sueños.
─Somos doce seres de planetas lejanos y diversas galaxias, corremos para abrazarnos como podemos, ─argumentaba Sofía.
La niña decía la verdad, algunos tenían alas, otros, aletas o, largos brazos. Formaron un círculo, cantaron y bailaron. Rieron con alegría, estaban muy felices.
─Este es jun lugar paradisíaco, desde aquí se observan llanuras con diferentes tonos de verde, otras son doradas. Emergen fuentes con aguas danzarinas y peces multicolores, parece que bailan al ritmo de la música. Hay árboles con diferentes clases de frutos, algunos jamás los había visto, ─decía emocionada Sofía.
Descubrieron arroyos con aguas cristalinas, a la orilla de éstos, habían instalado pequeñas mesas y recipientes para tomar agua, era fresca y deliciosa. Hacia cualquier punto que miraban los niños encontraban cosas increíbles.
De pronto se escucharon: aleteos, relinchar de caballos y un sonido de locomotora de vapor. Los liños guardaron silencio, los sonidos se acercaban al lugar donde ellos estaban.
─Creo que me voy a desmayar, han llegado pegasos, unicornios y pequeños dragones ─decía Sofia.
─Aquí estamos niños, los llevaremos a pasear ─dijeron los seres mitológicos.
─¿Hablan nuestro idioma? ─preguntó Sofía.
─Si, hablamos el idioma que ustedes tengan ─respondió el hermoso pegaso de alas
doradas.
─El brazalete que portan decodifican los idiomas.
─¿Puedo pasear contigo pegaso? ─Por eso estoy contigo, sube Sofia no tengas miedo, en este lugar nada malo pasará, me llamo Ícaro, seremos buenos amigos ─dijo el ser mítico.
Cada niño iba eligiendo el personaje de sus sueños.
Durante el viaje la niña tuvo una larga e interesante charla con Ícaro. platicó con muchos ciudadanos, niños y adultos; comía lo que ofrecían en sus casas.
─¡Tengo tanto que contar cuando regrese! Espero me alcance la vida, ─pensaba Sofía.
Después del sueño vivido, había llegado el momento del retorno, los niños se despidieron. Sofía abrazó fuertemente a Ícaro, él la cubrió con sus grandes alas doradas
Antes de abordar la nave, colocaron a los visitantes un chip a través de una vacuna.
Les entregaron un maletín que se abriría cuando los niños alcanzaran la madurez intelectual y emocional. Sería el momento de conocer su misión.
Los niños se volvieron abrazar, quizás ya nunca se volverían a ver.
Los habitantes de Ciudad Arco Iris salían de sus casas a desearles buen viaje.
─Estamos muy emocionado, sabemos que no nos volveremos a encontrar ─pensaba Sofía.
Al abordar la nave, los niños escucharon una suave música que los arrulló, quedaron profundamente dormidos.
─Estoy a un lado de del roble y la jacaranda de mi casa, estoy confusa, recuerdo que estaba en mi cuarto arreglando mis libros, en lo que dejaba de llover ─reflexionaba Sofía.
Ahí está mi perro el Guardián y el gato el Andariego, vienen hacia mí ─dijo la niña.
─Hola Sofia, ¿en dónde estabas? ─la jovencita dio un salto y fuerte grito, miraba aterrada a sus mascotas
─Guardián y Andariego, dijeron a la niña ─ no te espantes Sofía, siempre hemos hablado, solo que los humanos no entienden nuestro idioma, ahora nos podremos comunicar gracias al brazalete que te dieron.
─¿Cuál brazalete? ─el que tienes en tu mano derecha ─dijeron las mascotas.
─ ¡No fue un sueño! en realidad estuve en esa ciudad con seres de otros planetas,
puedo entender y hablar cualquier idioma y comunicarme con ustedes.
─Si, ya te irás enterando de nuestras necesidades. Por lo pronto llévame a pasear al parque por las tardes ─dijo Guardian.
─ ¡Ah! Yo quiero ronronear en los pies de tu cama, en las noches lluviosas o frías.
Sofía con el maletín en la mano, entró un tanto confusa a su recámara, tratando de asimilar lo sucedido.
Ella, aún no sabía que era la representante del planeta tierra.