El dominio propio es la capacidad de una persona para controlar y gestionar sus pensamientos, emociones, impulsos y comportamientos de manera consciente y responsable. En otras palabras, implica tener autocontrol y disciplina en diferentes aspectos de la vida, como las decisiones que tomamos, la manera en que reaccionamos ante situaciones difíciles o estresantes, y la forma en que manejamos nuestras relaciones con los demás.
Dominio propio es saber cómo actuar en momentos de tentación o desafío. Es tener la capacidad para refrenarse cuando se siente tentado por placeres perversos, a fin de mantener su libertad ética.
Dominio propio es cuando el individuo domina sus deseos. Lo opuesto es algo muy grave: que los deseos dominen al individuo porque invariablemente trae consecuencias negativas.
El no tener dominio propio inevitablemente acarrea una consecuencia negativa en la vida de las personas. Violar el dominio propio casi siempre tiene consecuencias en la salud física, emocional y espiritual de las personas, pero también puede afectar áreas vitales como las finanzas, el matrimonio y los hijos.
Hay una frase que dice: “Hay hombres que logran conquistar reinos, pero que no logran conquistarse a sí mismos”.
El dominio propio no solo es importante para el bienestar personal, sino también para lograr metas a largo plazo y tener un impacto positivo en las personas que nos rodean. Puede mejorar la toma de decisiones, la productividad y la calidad de vida, ya que ayuda a las personas a evitar reacciones impulsivas que puedan generar consecuencias negativas.
Entonces, el dominio propio indica buen juicio, la capacidad de controlarse, moderación, disciplina y la habilidad de entender y hacer decisiones correctas.
En términos generales, el dominio propio regula la conducta moral de la persona.
Se puede aplicar en todas las áreas prácticas de la vida. Como ejemplos más comunes de falta de dominio propio están:
- Falta de control sexual. Las relaciones sexuales inapropiadas van a causar daños físicos y emocionales tarde o temprano.
- La falta de orden y control en el comer va a producir trastornos digestivos y problemas de peso y de salud.
- La falta de control del enojo que va a producir pleitos, problemas, destrucción y ofensas, a veces incurables. Perder los estribos, es como un incendio forestal que se sale de control y destruye mucho bien.
- Vicios como el alcohol, drogas, apuestas, etc.. Inevitablemente van a producir daños graves e irreversibles en la salud. Además, van a provocar severos daños familiares y financieros.
- Falta de control en lo que hablamos. Chismes, murmuraciones, mentiras, exageraciones. Tarde o temprano se nos van a revertir.
El Rey Salomón, el hombre más sabio de su tiempo, escribió dos proverbios al respecto:
“Mejor es dominarse a sí mismo que dominar un ejército”.
“Como ciudad derribada y sin protección es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”.
Una persona sin dominio propio es alguien que ya le cedió el dominio de sí mismo a otra cosa o persona, es decir, abandona su propia libertad y queda sometido bajo el poder de aquella. Es una terrible esclavitud.
Ahora la pregunta es ¿Cómo obtener dominio propio? Por un lado, dar los pasos de disciplina para que se convierta en hábito. Por otro lado, permitir que Dios nos ayude.
La Palabra de Dios dice claramente que quién tiene una relación cercana con Dios, adquiere de manera natural el dominio propio. Vale la pena intentarlo, por sus múltiples beneficios.
Pastor Jorge Cupido
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