“A mis soledades voy, de a mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos”. Lope de Vega.
En ocasiones, cuando estamos en sana paz y escuchamos la música que más nos gusta, abrimos el telón de las ideas y a través de la imaginación empezamos a viajar.
Penélope estaba hojeando unos libros recién comprados. Como es su costumbre, puso en acción a su viejo tocadiscos, estuvo unos segundos pensando a quién de los grandes maestros de las obras musicales escucharía: Mozart, Fréderic Chopin, Paganini, o Giuseppe Fortunino Francesco Verdi, uno de sus autores predilectos. Por enésima vez, leyó algunos datos de la vida del compositor.
Verdi nació el 10 de octubre de 1813 en Le Rencole Italia.
Giuseppe, desde los cuatro años, recibió clases particulares de latín e italiano, del maestro del pueblo. Desde pequeño mostró inteligencia y creatividad. Años después, hizo composiciones sacras para la iglesia donde vivía.
Verdi fue creador de varias óperas, entre ellas: La Traviata, Aida, Nabucco, Rigoletto, Otelo, y Réquiem.
Con Penélope siempre es el mismo ritual: primero lee los datos históricos de otros grades maestros de la música clásica, para finamente solazarse con su preferido, Verdi, creador de la Traviata. A ella le fascina porque le trae gratos recuerdos de cuando estudiaba la secundaria. Pertenecía al coro de la escuela, que fue seleccionado para cantar fragmentos de La Traviata en el teatro de la República de la ciudad de Querétaro.
Los recuerdos la impulsaron a seguir leyendo más sobre este composito, e investigar más datos de la bellísima ópera. Se enteró que está inspirada en la tragedia amorosa de la novela de Alexandre Dumas hijo, (La dama de las camelias). La obra representa el estilo literario del romanticismo de Francia en el siglo XVIII.
Penélope estaba muy emocionada al enterarse, pues no sabía que el título original de esta bellísima opera era Violeta. Posteriormente Verdi lo cambió a Traviata, cuyo significado en español es extraviada.
La ópera se estrenó el 6 de marzo de 1852 en el teatro Fenice de Venecia. No fue bien recibida, se consideró como un fracaso: las voces y expresiones de los cantantes no representaban las características dramáticas que el autor había creado en su obra, Verdi estaba muy dolido, tan decepcionado, que ya no quería seguir componiendo. Solo los consejos de un amigo lograron el milagro.
Giuseppe amaba esta obra; se encargó personalmente de seleccionar el elenco, buscó mejores cantantes. Él estuvo presente en los ensayos, se repetían cuantas veces fuera necesario.
En un segundo intento, La Traviata se presentó en el teatro Benedetto de Venecia, el 6 de mayo de 1854. Fue un gran éxito que se ha mantenido a lo largo del tiempo, en cualquier lugar donde se presente.
Con los recuerdos a flor de piel, Penélope se preguntaba qué habría pasado, si hubiera estudiado música, como le recomendaban sus maestros. Fue a buscar los cedés de su música predilecta. Como tiene su discoteca en desorden, al igual que los libros, tardó unos minutos en encontrar el disco de su ópera predilecta.
Podría haber sido la nostalgia de los tiempos idos, aderezados con el vino tinto. Penélope cerró los ojos, dispuesta a disfrutar la música. No solo la escuchaba, sentía que era parte de ella. La imaginación la envolvió, había dejado en el sillón los libros abiertos y una taza de café vacía. La copa no estaba.
Penélope había iniciado un viaje astral en el éter de los tiempos. Estaba con su copa preparada para el brindis. Con su hermoso vestido de seda a la moda de 1854, estaba por entrar a escena, un momento soñado desde su adolescencia. Era la segunda presentación de La Traviata, ahora en el Teatro Benedetto de Venecia. Nuestra cantante estaba muy nerviosa, igual que los demás integrantes. El gran autor, Verdi, limpiaba su frente con su elegante pañuelo de seda,dejando ver su nerviosismo. El fracaso de la primera presentación había dejado un mal precedente.
El público se movía inquieto en sus cómodos asientos aterciopelados.
Tras bambalinas, todo estaba listo para empezar. El maestro Verdi, emocionado, dijo a los actores cantantes: El teatro está lleno, no defraudemos al público, hagamos que La Traviata viva por muchas temporadas.
Giuseppe Verdi no podría imaginar que su amada Traviata, trascendería los siglos.
El telón de terciopelo se abrió lentamente, los aplausos recibieron a los actores. Se escucharon los primeros acordes de la orquesta. Penélope, con su bella voz de contralto, interpretaba su parte en la inmortal ópera.
Los asistentes de esa noche, la recordarían por siempre. Los amantes de la buena música estaban embelesados. Los actores cantantes interpretaron la ópera como si ellos la hubieran creado.
En el Teatro Benedetto, no solo se escuchaba la ópera, el público la estaba viviendo la armonía en la orquesta, el espectacular vestuario, y el brillo de las copas de fino cristal, hacían un lugar y momento mágico.
Bebamos alegremente de este vaso de resplandeciente belleza
Qué forma de sentir la vida, de amar la belleza
Bebamos con el dulce estremecimiento
El amor de mirarse, el amor de estar ahí, ¿quién no se ha estremecido al encontrarse con la persona que ama?
Bebamos porque el vino aviva los besos del amor.
Amemos cuando es tiempo de amar.
Vivamos la belleza y la felicidad que la vida nos regala.
Penélope cantaba con la pasión que despertaba en ella la bella música. Estaba radiante, el sueño de interpretar la Traviata era una realidad.
Las voces, las expresiones corporales de los actores, hacían de aquel lugar un paraíso. El evento sería comentado por mucho tiempo.
La obra terminó, el público aplaudía de píe.
Verdi sonreía satisfecho, La Traviata había sido un éxito.
Giuseppe Fortunino Francesco Verdi no podría imaginar que, en el siglo XXI sigue teniendo éxito donde se presente.
La ópera terminó, segundos después Penélope lentamente abrió los ojos, suspirando se dijo: qué paraísos se abren cuando viajamos a través de la imaginación.