domingo, diciembre 22, 2024

El lenguaje musical – Teresita Balderas y Rico

Leer el libro Música solo música, de Haruki Murakami, me llevó a pensar que ella ha evolucionado, acompañando a los humanos a través de los siglos. Para nuestros ancestros, se convirtió en una necesidad como forma de expresión.

Los primeros sonidos musicales, fueron solo percusiones. Con la evolución de la humanidad, se encontraron nuevas formas de musicalizar las emociones. Surgieron instrumentos que producen diversos tipos de sonido, creando estados de bienestar en los individuos. 

A través de los siglos, la música se ha diversificado. Se fundaron pueblos en diferentes regiones geográficas, nacieron las ciudades. Cada grupo creó sus ritmos musicales para celebrar un triunfo, recordar sus andanzas, honrar a sus dioses y a sus muertos.

Descubrieron que, al tocar los instrumentos en conjunto, los sonidos despertaban mayor interés. En las grandes civilizaciones antes de la Era Cristiana, crearon escuelas donde enseñaban a tocar diferentes tipos de instrumentos. Los más doctos eran seleccionados para participar en los festejos y ceremonias. 

Acordes a la época y cultura, surgieron más instrumentos musicales. La perfección de su estructura, ha permitido crear extraordinarios sonidos, escuchados en las grandes obras de: Wagner, Mozart, Vivaldi, Chopin, Verdi, Beethoven, Moncayo, entre otros.

Cada instrumento tiene una participación relevante en la ejecución de la obra,. El solista aprovecha el momento para lucir su destreza interpretativa. 

Me gusta escuchar la música, sentir que las notas cobran vida a través del sonido que produce cada instrumento. Cuando asisto a un concierto, acostumbro cerrar los ojos por intervalos. Me concentro en el sonido de las notas.

Los melómanos tienen preferencia por determinados instrumentos. A mí, me gustan el piano, guitarra y violín. Despiertan mis emociones vividas. 

Pensando en la bella música que he disfrutado en el transcurso de mi existencia, quedé profundamente dormida, atrapada en mis sueños. 

Caminaba por el centro de la Ciudad de Querétaro, entré a un museo de instrumentos musicales, del que ignoraba su existencia. Entré en una sala semi oscura, donde había diversos instrumentos musicales cubiertos de polvo. 

Escuché que alguien se quejaba, me acerqué.

─Hola, ¿qué te sucede?, ¿te puedo ayudar?

─Soy un piano triste, abandonado, ya nadie se acuerda de mí.

─No sabía que los pianos hablaran —dije, un poco asustada.

─Siempre lo hemos hecho, a través de la música ─sus teclas se movieron.

Lo observé con atención. Me recordaba mis años escolares.

─Fui famoso y querido por maestros y alumnos, estuve muchos años en una escuela primaria. 

─¿Cuál escuela? —emocionada, pregunté.

─Venustiano Carranza ─dijo, fijé mi vista en una de sus patas, y aún estaba aquel raspón que sufrió al meterlo al salón de música. La puerta era angosta.

 —¡Estuve ahí, fuiste mi piano!, corrijo, de la escuela —dije, eufórica. 

Me encontré con mis compañeros del coro de quinto y sexto grado, de la Escuela Venustiano Carranza.Ensayábamos un arreglo de Torna Sorrento para el Día de las Madres.

 El maestro entró con su traje oscuro y camisa blanca, se sentó al piano diciendo: “¿Están listos, niños? Empecemos”. Se escucharon las notas de entrada, todos cantamos: 

Ya la mar está tranquila, riza el céfiro las olas

Canta alegres barcarolas en su lancha el pescador…

El piano estaba feliz, lo abracé, mis mejillas se llenaron de polvo; él sonrió.

Estaba por salir cuando escuché un sonido de cuerdas muy leve, me detuve unos segundos. Ya no se escuchaba, continué mi andar. El sonido volvió más fuerte: eran las cuerdas de un violín, uno de mis instrumentos preferidos.

─¿En donde estás? No te veo, está muy oscuro, me puedo caer —dije en voz alta.

─Tocaré mis cuerdas para guiarte, estoy recargado en el rincón ─habló con pausada voz el violín.

─Hola, ¿qué hace un instrumento tan hermoso como tú en este rincón?

─Esa pregunta me la hago con frecuencia. No entiendo la ingratitud de los humanos. Les damos gloria, felicidad, y ellos nos abandonan como objetos inservibles.

─No todos los humanos somos ingratos, yo adoro la música que emerge de tus cuerdas, eres el arquitecto de tu propia sinfonía. Tu música despierta en mí, sensaciones un tanto mágicas.

─¿Mágicas? ─preguntó el violín interesado, sus cuerdas se habían tensado.

─Sí, tus notas alertan mis emociones, invitándome a seguirlas. 

─ Me animan tus palabras. 

─Mi imaginación vuela, soy libre, nada me preocupa, me siento en paz, cruzo las fronteras. Puedo estar en la cúspide de una montaña, disfrutar los coloridos paisajes del hermoso planeta azul. O sobre la inmensidad de un mar en calma.

─¿Todo eso te pasa solo por escucharme? ─el hermoso violín estaba muy emocionado─. Te contaré que he tocado en las salas más famosas del mundo: en Florencia, en Las Artes Escénicas de Pekín, La Opera de Oslo, Noruega, Sídney Opera House, en Australia, en la Metropólitan Opera House Nueva York y en la Filarmónica de París.

─Bravo, tienes un gran historial, has triunfado en el mundo, eso nadie te los quitará — aplaudí.

─Es cierto, pero aquí me siento solo y olvidado.

─Te prometo ver a un amigo que colecciona valiosos instrumentos como tú, conoce a magníficos restauradores, tendrás una nueva vida.

─¿Harías eso por mí? ─expresó emocionado.

En esos momentos, un rayo de sol entró por una pequeña ventana iluminando su figura. Tensó sus cuerdas diciéndome: 

─Este es un regalo para ti.

Escuché entonces El verano, de Las cuatro estaciones de Vivaldi.

¡Qué feliz despertar con el canto de las aves que anidan en los árboles de mi casa! 

Más información
Relacionado

Queretana gana bronce en campeonato latinoamericano de motociclismo

Karol Bezie, piloto queretana de motociclismo, subió al podio...

Inician desfiles navideños del Festival Alegría Contigo 

Por tercer año consecutivo, Gobierno del Estado y el...

Rutas complementarias Qrobus se suman al pago con tarjeta bancaria

Las más de 500 unidades Qrobus que integran a...

S&P ratifica calificación soberana de México con perspectiva estable

Standard & Poor's Global Ratings (S&P) ratificó las calificaciones soberanas de México