Cuando se dice que alguien perdió la cabeza, la expresión se utiliza en sentido figurado y quiere decir que perdió la razón, se ofuscó y actúa de forma tonta, irracional o equivocada.
Se puede perder la cabeza por un problema, por algo que impresione mucho, por enojo, por una agresión, por una amenaza, por una manipulación y por muchas cosas más. También hay gente que se especializa en hacerle perder la cabeza a otros, todos conocemos a alguno.
El problema de perder la cabeza es que uno se ofusca y toma decisiones equivocadas que van a traer consecuencias desafortunadas.
La vida consiste en tomar decisiones, en pensar con la cabeza que es lo más conveniente, aunque francamente nos equivocamos más de lo quisiéramos. Mi abuela decía “Ay, esta cabeza mía que no me ayuda”.
La buena noticia es que Dios nos ama y nos ha dado una cabeza mejor que la nuestra, nos ha dado a Jesús, el perfecto, para que nos ayude en las decisiones de la vida y nos vaya bien.
Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. (Efesios 1:22 NVI)
La cabeza es la parte más compleja del cuerpo humano, lo cual está en proporción con sus funciones. De hecho, la cabeza es el jefe de su cuerpo. Dirige todo, controlando todo lo que hace, aún cuando está durmiendo.
Jesús, que es Dios todopoderoso y quién lo sabe todo, tiene pensamientos muy superiores a los de nuestra limitada cabeza humana. Él tiene una visión perfecta para nuestra vida y nos invita a dejar que Él sea nuestra cabeza, para que podamos vivir de una manera diferente, en paz, con alegría, con propósito y con un destino eterno maravilloso.
Cuando usted permite que Jesús sea su cabeza, va a tener Sus pensamientos, va a ver lo que Él quiere que vea, va a oír lo que Él quiere que oiga, va a hablar lo que Él quiere que hable, va a hacer lo que Él quiere que haga, va a amar como Él quiere que ame, va a producir lo que Él quiere que produzca y va a recibir todo lo que Él quiere que reciba.
Pero a veces perdemos la cabeza y nos ponemos a nosotros mismos como cabeza, entonces lo que vemos, hablamos, pensamos y hacemos van a ser diferentes a lo que Jesús quiere y nos vamos a meter en serios problemas gratuitamente.
Los pensamientos y las instrucciones de Jesús como cabeza producen frutos positivos para nosotros y para los demás. Cuando Él es nuestra cabeza, podemos caminar en victoria, gozo y paz, a pesar de las circunstancias que nos puedan rodear.
Medite seriamente quien ha sido su cabeza y cuales han sido los resultados y tome la decisión de acercarse a Jesús y dejar que Él sea su cabeza. Ya no pierda la cabeza, ni viva angustiado frente a los retos de la vida.
La única verdad se halla en Jesús. El es Dios todopoderoso que venció a la muerte. Si usted lo reconoce como su Salvador personal y le permite ser su cabeza, perdonará todos sus pecados, le cuidará, le guiará, le protegerá, le bendecirá y le dará vida eterna en el cielo con Él. No solo cambiará su vida en esta tierra sino también en la eternidad. No deje que nadie le desvíe de esta realidad.
Pastor Jorge Cupido
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