jueves, marzo 28, 2024

Entrevista a Eloy Caloca Lafont

Eloy Caloca Lafont es un gran apasionado del conocimiento y la divulgación, y ha dedicado su vida profesional a compartir lo que sabe y a seguir explorando los campos de conocimiento que se le presentan y son de su interés. 

Es licenciado en Relaciones Internacionales, licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo, maestro en Estudios Humanísticos con especialidad en Crítica Literaria y doctor en Estudios Humanísticos. 

Siempre ocupado

Es investigador de la UNAM, revisa los documentos e investigaciones para el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM, es profesor de maestría en el Tecnológico de Monterrey, escribe artículos periodísticos o introducciones a ciertos filósofos o teorías. Además, ingresó como candidato al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), por lo que colabora con algunas publicaciones académicas, prepara charlas y seminarios, corrige textos y busca material académico pertinente.

Todo este año ha trabajado en investigaciones sobre nuevas formas de participación ciudadana (como el caso de las protestas por el gasolinazo de 2017) y colaboró en un proyecto para la UNAM llamado ‘Árbol de la democracia’, que consiste en la filmación de cien cápsulas televisivas, donde se aborda el pensamiento de teóricos clave para entender los procesos democráticos, ahí grabó los episodios correspondientes a Manuel Castells y a Jurgen Habermas. 

Sin embargo, no todo es sobre el trabajo, Los fines de semana sólo trabaja hasta medio día, para poder disfrutar de paseos, películas o hacer cosas para sí mismo, como ir a sus lugares favoritos o leer ficción o ensayos literarios. Además que, como cualquier persona, tiene que tomarse su tiempo para su casa, alimentarse y seguir en contacto con sus seres queridos. 

Eloy Caloca Lafont

La riqueza de compartir

El pasado del Dr. Caloca es rico y variado, con ancestros catalanes, británicos y franceses (que formaron parte de la historia de México, participando en la Revolución y el movimiento estudiantil de 1968) y padres orgullosamente mexicanos. Es gracias a esa riqueza familiar que él mismo se considera un mexicano abierto al mundo, al conocimiento y a las culturas.

Mi familia me ha heredado con esfuerzo ciertos capitales culturales que me han permitido leer, conversar y aprender bastante. Esto no se debe solamente a que hayan sido extranjeros, sino a su gran amor por la educación. Mi posición es extraordinaria y estoy muy agradecido por ello. Por eso decidí ser profesor: para compartir un poco de lo que he tenido oportunidad de recibir”.

Su admiración a sus maestros, el gusto que tiene por enseñar y la ilusión de que sus héroes intelectuales (como Noam Chomsky, Enrique Dussel o David Harvey) eran todos maestros, también lo motivaron a compartir y extender el conocimiento desde el puesto de profesor. Gracias a la docencia, ha podido coleccionar historias, amistades, recorrer el mundo ofreciendo y tomando cursos, ayudar a los demás, le ha permitido ser apoyado y no perder la humildad (uno no debe olvidar que no lo sabe todo, y que siempre hay nuevos aprendizajes) y, claro, a mantenerse joven. 

Los intereses marcan el rumbo

Su interés por estudiar Relaciones Internacionales surge hace década y media, cuando estaba muy implicado políticamente en temas de participación ciudadana y movimientos sociales. Hoy investiga sobre democracia, economía política y los vínculos entre la subjetividad, los afectos, las tecnologías y la política. 

La licenciatura en relaciones internacionales me permitía conocer un poco de lo que entonces me interesaba: ciencia política, leyes e historia. Consideré que la mirada filosófica hacía falta para complementar mi formación, por eso mi maestría fue en esa línea y me doctoré en Humanidades”.

Simultáneamente cursó la carrera de comunicación en la UNAM, por su inquietud con la corriente marxista, las lecturas sobre las industrias culturales, la economía de medios masivos y las disputas narrativas, su creciente curiosidad por el papel de las tecnologías y los discursos en las relaciones de poder. De hecho, su tesis de maestría fue sobre las estéticas del hiperconsumo, cómo el capitalismo tardío estimula a la sociedad, priorizando lo bello y artificial sobre la utilidad. Y en su doctorado analizó cómo Facebook se ha vuelto un dispositivo de subjetivación (cómo los estándares se miden por opiniones), siendo una maquinaria enorme que moviliza energía, personas, capitales, datos, interpretaciones y afectividades.

Sin parar

Una vez que terminó su maestría (que estudió inmediatamente después de terminar su licenciatura en el Tecnológico, gracias a una beca), el Dr. Eloy fue profesor dos años en bachillerato y licenciatura, enseñando historia del arte y literatura; ahí se dio cuenta de que quería hacer investigación y escribir, por lo que necesitaba un doctorado para consolidar su carrera académica. “La maestría es un espacio para leer, afinar conceptos e indagar en teorías, pero el doctorado es un tiempo provechoso para aprender sobre metodología y dedicarse a investigar”.

Ahora, como investigador, el reto más grande que tiene es no dejar de investigar, porque el camino de las y los investigadores es largo y tedioso, por eso lo recomendable es encontrar un balance entre la investigación y otras actividades para continuar en ese camino de conocimiento. 

Se requiere de mucho estudio, puede ser solitario, y lleva varias horas diarias. A esto se suma el gran desconocimiento que hay sobre lo que hacemos y la precarización. Los salarios son bajos, faltan espacios laborales y hay mucha competencia. Pero es una profesión bellísima y gratificante. Hacer descubrimientos y compartir lo que sabemos, así como formar nuevos expertos, no tiene comparación. Investigar es ser un nerd de tiempo completo. Si es afín a nuestra personalidad y se tiene la vocación, funciona; si no, es mejor seguir otros caminos. El conocimiento es una aventura. Un acto de valentía. Se necesita emoción y mucho amor para dedicarse a esto, como a cualquier otra cosa”.

Nuevas realidades

El Dr. Eloy comenta cómo las situaciones que ha creado la pandemia, en la digitalización de servicios y negocios, así como la no sustitución del afecto por la tecnología, ya son tema que se están abordando desde la UNAM. 

Ha estudiado cómo el Covid-19 demuestra la importancia de la materialidad por encima de las ilusiones o los discursos de los entornos en línea; es decir que, no hay pantallas ni tecnología que pueda sustituir el contacto físico ni la experiencia de salir y convivir con el entorno. 

En el tema de los afectos hay mucho de qué hablar: cómo el encierro, la monotonía y el temor al contagio modifican las vidas; y cómo, en contraste, nos hemos vuelto también más pacientes, solidarios, sensibles o austeros”.

Además, sobresalta cómo el capitalismo persiste, incluso, ante la crisis sanitaria, pues se sigue trabajando sin parar (aunque en diferentes espacios), y el consumo imparable ahora se hace por teléfonos.  También explica brevemente cómo las desigualdades se acrecientan para aquellos que no pueden digitalizar sus servicios, agrandando las brechas socioeconómicas. 

Planes

Sus próximos objetivos son: para el próximo año quiere realizar alguna publicación interesante, continuar con sus clases, iniciar una estancia posdoctoral en la Coordinación de Humanidades de la UNAM y continuar colaborando con su programa actual. 

Curiosamente, y con un sentimiento que empata con el de la mayoría de la población, las metas que tiene se relacionan con el fin de la pandemia: poder viajar, participar en congresos y ver cara a cara a sus estudiantes, seres queridos y amigos. “Por otro lado, mi mayor aspiración es intentar ser una buena persona y ayudar a futuros investigadores tanto 

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