29 de octubre de 2020, Ciudad de México, las redes se infestan de lo que sería otra perdida más de los genios mexicanos en el arte, fallece a causa de un derrame cerebral: El oscuro, el magnífico, neurótico, misterioso, temperamental, complejo y brillante el maestro Arturo Rivera.
Llegué de hacer algunas diligencias por la mañana y me recosté un rato en mi sofá gris, por las ventanas entraba una luz cálida, naranja, por las cortinas de la recamara y el sol de mediodía, cogí mi celular y me dispuse a revisar un rato mis redes antes de subir a mi estudio a trabajar, una fotografía del maestro Rivera llamo mi atención. Él, con su puro, sus lentes que facilitan a sus ojos y que descubrieron tantas formas de transgredir el arte, la atmosfera se volvió lo que era él, tenebrosa: El Maestro Arturo Rivera había muerto.
Subí corriendo las escaleras hacia el estudio, con un nudo en la garganta interrumpí a Jonatán; mi compañero, en sus clases.
Johnny, le susurre (como le dicen cariñosamente sus amigos), se acerca a mí y le digo con el alma en los labios: El maestro Arturo Rivera falleció, me mira por segundos y con su temple característico me dice; es normal, ya estaba muy viejito. Mis ojos se llenan de enojo y le respondo: eres un insensible.
Bajo con pasos lentos hacia el pequeño rincón que hemos destinado como pequeña Biblioteca y observo los libros, mi mente viaja a 2017 cuando lo conocí en una Subasta para el Hogar de la Misericordia en la ciudad de Monterrey, fui en calidad de acompañante de Jonatán quien presentaba una pieza en el evento. A tres mesas de nosotros, se distingue en un traje sencillo, su cabello despeinado que invoca a Einstein, sus lentes semiredondos y su puro en la mano un personaje que llama poderosamente mi atención, todos parecen escucharlo, es el Maestro Rivera.
Estudió pintura en la Academia de San Carlos (1963-1968). En 1969 presentó su primera exposición individual en homenaje al Che Guevara en Molino de Santo Domingo. En 1973 estudió serigrafía y fotoserigrafía en Londres. En 1976, se trasladó a Nueva York y en 1978 comenzó utilizando formas realistas por lo que es conocida hoy en día. En 1979 por invitación de Mac Zimmerman se fue a Múnich, Alemania como su asistente. Regresó a México en 1981 para una exposición en la Universidad de las Artes y las Ciencias de Valencia. A medida que continuó perfeccionando su estilo realista a lo largo de los años 80 ́s y 90 ́s con numerosas exposiciones en museos y galerías en México, Rivera interpretó temas oscuros y anatómicos “La belleza de lo terrible”. En el 2000, se seleccionó la obra de Arturo Rivera para una exposición de pinturas de autorretrato en el Museo de Bellas Artes, Ciudad de México junto a artistas tan notables como Diego Rivera, Frida Kahlo, Goitia y otros pintores de México. En 2003, Arturo Rivera fue distinguido por el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México (MARCO), como un maestro del arte mexicano del siglo XX. |
En 2005, ganó el Primer Premio en la Bienal Internacional de Arte de Pekín con la pintura al óleo «Llegando a Nueva York», que ahora pertenece a la colección del Museo Nacional de Arte de China en Pekín.
Esta fotografía fue tomada por Jonatán Olvera, en un taller Estudio de paleta en la Ciudad de San Luis Potosí en el 2001, generosamente nos regala una imagen única del maestro Rivera como profesor
Un creador versátil incluso en sus procesos, trabajo con Caseína, tempera de huevo, cera, punta de plata y óleo entre otras. Pero no solo diversifica su proceso pictórico, además, Arturo Rivera posee un lenguaje que aprende a modular a domina la dirección y el tono de los temas de sus obras, con un dibujo intachable y los cuestionamientos poco convencionales se vuelve un gran referente en el arte Moderno.
El artista expresa la importancia de sus pinturas en un universo interior; lo que importa es lo que está adentro, tales discursos los manifiesta en la serie: El
rastro del dolor, toda vez que expresa en un diagnostico psicológico los adolesceres
y traumas del ser humano, una radiografía no de la enfermedad en sí, de la carencia, de los abruptos mentales.
Su obra es prolifera, abundante, el tema central definitivamente es la muerte. Su fascinación le da el nombre de Oscuro o el Tenebrista Arturo Rivera, imposible mirar con desinterés su obra, se basa en el sentido de la realidad la combina de forma magistral con la belleza, la transforma en mensaje oníricos, es el mundo que artista mira en su alrededor, no le teme a la fealdad, incluso la resalta y la hace bella.
Su obra es altamente narrativa, busca un contexto para el espectador y lo lleva de la mano a través de su pincelada para descubrir lo incierto en el realismo, nos cuenta historias de tragedia, de perversión y crueldad.
Arturo Rivera no se vuelve hoy un icono del arte moderno, ya lo es, no fue necesario que trascendiera él ya estaba entre lo físico y lo espiritual, entre la vida y la muerte.
Me hubiera gustado tenerlo en mi diván, con el cerebro abierto y ver cómo funcionaba ese proceso creativo mientras el fumaba su puro… seguro me hubiera vuelto en ese instante parte de sus misteriosos personajes, en algún cuadro, en donde el yace ahora, en esa dimensión desconocida de Arturo Rivera.
Por: Esmeralda Neresis Artista visual & Terapeuta