Bendiciones y maldiciones – Jorge Cupido

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Vivimos en un mundo físico, pero también en uno espiritual, en donde operan dos fuerzas encontradas: el poder infinito de Dios y el poder limitado de Satanás. Uno quiere bendecir y el otro maldecir.

Una bendición de Dios es, en términos generales, un acto de favor, protección o gracia divina , es decir, un regalo o intervención positiva proveniente de Dios. Puede manifestarse de muchas formas, tanto espirituales como materiales, y es una muestra del amor y la cercanía de Dios hacia una persona. Las bendiciones están claramente asociadas con la felicidad y el bienestar.

Una maldición es lo opuesto a una bendición: es una consecuencia negativa que cae sobre una persona como resultado del pecado, la desobediencia a Dios o de apartarse de Dios.

En general, la gente en el mundo somos personas que buscamos y aceptamos únicamente las bendiciones, altamente entusiasmados con sus alcances. Necesitaría alguien ser muy tonto para buscar las maldiciones con conocimiento de causa y de las consecuencias de estas.

Es más, mucha gente ni siquiera piensa que las maldiciones son reales. Tal vez piensen en la mala suerte o en la maldad de otros, pero rara vez piensan que lo malo que les llega a suceder sea como consecuencia de una maldición.

Quienes solo persiguen las bendiciones están en un tremendo error si ignoran o subestiman las maldiciones, porque son tan reales como las primeras, aunque la diferencia es que sus consecuencias son funestas. No se trata de meras supersticiones ni especulaciones, son reales.

Si alguien está bajo maldición es probable que no lo sepa y también es más que probable que tampoco sepa el hecho de que puede ser libre y como ser libre.

Toda maldición tiene su origen. En la Biblia leemos que «la maldición nunca vendrá sin causa» (Proverbios 26:29).

La Biblia nos revela cuál es el origen de las bendiciones y maldiciones. Uno de los textos más importantes se halla en el libro del Deuteronomio, capítulo 28. Allí descubrimos el origen y evolución de un estado bendecido o maldecido. 

Los versículos 1 y 2 nos muestran que las Bendiciones vienen como consecuencia de oír la voz de Dios, es decir, de conocer Su palabra y de obedecer a Dios. El pasaje es muy revelador cuando dice: «Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre» (Deuteronomio 28:2).

En cambio, las maldiciones tienen origen en lo contrario. Son el fruto de no buscar a Dios ni obedecerle. Las maldiciones alcanzarán a quien obra así, pero no solo a él sino a su familia y a sus generaciones, como también a sus posesiones.

Dios tiene el poder para romper cualquier maldición. A través del arrepentimiento, la fe en Jesús y la obediencia, una persona puede ser libre de cualquier juicio o herencia negativa espiritual.

Reviste mucha importancia caminar en bendición, bajo el cuidado, protección y provisión de Dios para cada necesidad. La Biblia dice: “Bendito el hombre que confía en Dios, y pone su confianza en él.” (Jeremías 17:7).

La máxima bendición que Dios nos ha dado es el perdón y la vida eterna que vienen a través de la fe en Jesús. Las bendiciones materiales que disfrutamos día a día con Dios son temporales, pero las bendiciones espirituales disponibles para nosotros en Cristo abarcan la eternidad.

La mejor vida, tanto terrenal como eterna, están disponible para aquellos que aman a Dios y ordenan sus vidas de acuerdo con Su Palabra.

Pastor Jorge Cupido

@jorgecupidoqro

Acompáñame todos los domingos, a las 11:30 am en:

EL SELLO, IGLESIA CRISTIANA

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